Oigo la frase repetida como si fuera algo espantoso : -“En breve nos cae San Valentín”. Comentarios despectivos al respecto de esta fecha y disimulos entre las parejas para no descubrir a los amigos que de puertas a dentro nos gusta celebrarlo.
La implantación comercial tan bombardeante del día de los enamorados ha hecho que la mayoría de la gente coja bastante tirria a este día.
No se vosotros…yo siempre he tenido un poco de contradicción, por un lado no querer sumarme a la campaña comercial hortera materialista que acapara medios de comunicación y comercios, por otro lado la ilusión secreta de que me demuestren lo que me quieren y me sorprendan con un detalle y celebrar el AMOR y mi matrimonio, !claro que si!
Veo a un hombre con unas flores por la calle y me emociono, ¿que queréis que os diga? ¡me gusta! Me imagino el encuentro con la persona amada y es bonito.
Me podéis decir que cualquier dia es bueno para demostrar el amor y es verdad, incluso con los pequeños detalles en el quehacer diario pero, ¿por qué no celebrar el día de los enamorados y recordar así a un santo que dio la vida por entregarse a los demás y por estar a favor del matrimonio? Así podemos mantener la dimensión religiosa de esta celebración.
Con el Concilio vaticano II esta fiesta desapareció por no poder confirmar la total veracidad a los hechos, aún así he querido conocer la historia de San Valentín de Terni y compartirla con vosotros
En el siglo III San Valentín era un obispo muy querido por sus fieles y por la gente de Terni por su carisma evangelizador, sus obras de misericordia y sus curaciones. El Emperador Claudio II dictó una ley en la que prohibía a los jóvenes muchachos contraer matrimonio porque decía que los solteros sin hijos y sin ataduras eran mejores soldados. San Valentín lo consideró injusto y no hizo caso a la orden del emperador uniendo así en matrimonio a muchos jóvenes. Se dice que casó en secreto a una cristiana, Serapia, y un legionario romano llamado Sabino que era pagano.
Al enterarse el emperador, le llamó a palacio y lo encarceló.
En la cárcel, curó a la hija ciega de su carcelero, llamada Julia, imponiéndole las manos en nombre de Jesús y devolviéndole la vista al instante. Esto provocó la conversión a la fe cristiana del carcelero y toda su familia y por temor a un levantamiento popular fue torturado y decapitado el 14 de febrero del año 270.
Cada 14 de febrero, en el templo donde el santo está enterrado en Terni (Italia) se festeja la “Fiesta de la promesa” donde las parejas de novios que se van a casar hacen un acto solemne de compromiso antes de casarse frente a la tumba del santo. También los casados renuevan sus promesas de continuar toda la vida juntos.