En nuestro camino de fe deberíamos actuar como lo hicieron los tres Magos. Hemos de seguir la estrella, continuar hasta el final, sin perder el norte, sin rendirnos, cogiendo aire y sin desalientarnos. El trayecto es largo, con cuestas duras e interminables, con barrancos y cárcavas difíciles de atravesar. No, no es fácil. Por eso, a pesar de la dureza del trayecto, perseveremos en el amor al niño Dios poniendo a los pies de su pesebre todo nuestro corazón.
Hagamos entonces como los Magos y busquemos lo esencial en la vida cristiana: dejarse mirar por Jesús, ir y ver dónde se aloja, estar con Él y compartir. Y, después, anunciarlo, anunciarlo a los cuatro vientos. Ese fue el camino y el proceso que han seguido los discípulos y los santos. Ese es nuestro camino.
Que la estrella que guió a los Magos te lleve hasta el niño Dios y su santa Madre. ¡Feliz día de Reyes!